En la Fundación Anesvad trabajamos para promover y proteger el Derecho a la Salud. Entendemos que éste, más allá de un derecho básico de todas las personas, es un condicionante para el pleno desarrollo de la vida.
Los niños y las niñas son los grupos de población más vulnerables |
Las intenciones se plasmaron en un texto en 1948. Su título, Declaración Universal de los Derechos Humanos. Su objetivo, promover y proteger los derechos humanos como fundamento “para la libertad, justicia y paz en el mundo”. Hoy, 10 de diciembre de 2010, 62 años después, el incumplimiento de los artículos que contempla esa Declaración que debiera regir el mundo sigue siendo una realidad. Sólo tenemos que atenernos a su definición para comprobarlo: Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Todos tenemos los mismos derechos humanos, sin discriminación alguna. Estos derechos son interrelacionados, interdependientes e indivisibles.
Todavía hoy son muchos los países que no han ratificado los sucesivos Tratados y Acuerdos Internacionales creados para otorgar mayor efectividad y aplicación práctica de sus 30 artículos. Estados Unidos, por ejemplo, mantiene una férrea negativa a asumir como ordenamiento jurídico propio la Convención de los Derechos del Niño y se convierte así en el único país de Occidente en negar su aplicación, que no supone más que la protección ante todo de los derechos de la infancia.
Unos derechos que son el origen de lo que viene después, porque los derechos humanos, tal y como se definen, son interdependientes y están interrelacionados y, por ende, unos no se entienden sin los otros. Si no se cumplen los derechos más básicos a la salud, a un saneamiento y a disponer de un hogar, difícilmente se podrán vislumbrar progresos en los demás, como educación, igualdad, libertad de expresión…
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