miércoles, 1 de septiembre de 2010

Peligro de crisis alimentaria en el Sahel



Annabel Davis © InspirAction
Diez millones de personas sufrirán una severa hambruna si no detenemos la crisis alimentaria que se cierne sobre la región del Sahel. Los habitantes de esta árida franja -compuesta por  Níger, Malí, Burkina Faso entre otros- se ganan la vida en su mayoría con el pastoreo. Sequías cíclicas y lluvias irregulares convirtieron las cosechas del pasado año en poco más que polvo. Las consecuencias son más que evidentes: no llueve, los suelos están muertos, no pueden alimentarse ni a ellos ni a su ganado. Un círculo de hambre y miseria en el que millones de personas pueden verse envueltos.
En Níger se estima que más de la mitad de su población (8 millones) sufrirán hambre severa en los próximos meses. Un millón de estos afectados serán niños. La situación actual comparte demasiados rasgos comunes con la Crisis de 2005 que afectó principalmente a este país, aunque se prevé que su alcance sea mucho mayor.
Estamos trabajando conjuntamente con nuestras contrapartes para evaluar la situación en la región del Sahel y adelantarnos a la catástrofe. La necesidad de actuar ya no puede hacerse esperar.
Nuestras prioridades sobre el terreno serán no solo resolver el problema de la disponibilidad de alimentos, sino también el de la creciente subida de precios y la seguridad alimentaria.
Una respuesta a tiempo puede evitar una catástrofe de proporciones inmensas.

Respuesta inmediata

Con los fondos recaudados  podremos “proporcionar alimentos a los niños y mujeres más vulnerables en los próximos meses, apoyo en la construcción de reservas de cereales y distribución de alimentos”, afirma  el responsable de InspirAction en Burkina Faso y Níger, Jeremie Ouangrawa. “También ayudaremos a implementar programas de distribución de dinero en efectivo para que las familias puedan comprar grano en los mercados”. 
La desigual distribución de alimentos, la inseguridad alimentaria y los altos precios del mercado tienen su origen en la pobreza endémica que azota el Sahel. Nuestros esfuerzos en la región están centrados en la reducción de la vulnerabilidad crónica de las comunidades más pobres y fortalecer su capacidad de hacer frente a las adversidades, teniendo como constante la sequía. Solo si se desarrollan e implementan políticas agrarias que permitan a los ganaderos pasar de una producción de subsistencia a una agricultura resistente al clima se logrará fomentar la creación de riqueza en el Sahel.


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