jueves, 9 de junio de 2011

El nuevo Egipto abre la jaula de Gaza

Tras cuatro años de bloqueo y aperturas intermitentes, el gabinete interino egipcio ordena abrir su frontera con la franja. Un millón y medio de palestinos se beneficia de esta ansiada libertad de movimientos

Israel insiste en que la medida sólo servirá para relajar la vigilancia y permitir la entrada de armas para Hamás y Al Qaeda

30.05.2011 · Carmen Rengel · Rafah (Gaza
Un palestino ondea la bandera egipcia ante el acceso del paso fronterizo de Rafah, en la mañana del sábado, cuando se abrió tras cuatro años de bloqueo.
La jaula está rota. Sólo por una de sus esquinas, sólo por el sur, pero es un punto de no retorno: Gaza ya puede respirar y moverse a través de Rafah, su paso fronterizo con Egipto, tras cuatro años de sistemático bloqueo. Apenas un grupo irrisorio de estudiantes, empresarios y pacientes podía cruzar de lado a lado, y eso sólo cuando la barrera subía, que era casi nunca. Eso ya es pasado. El sábado, a las nueve de la mañana, empezaba un tiempo nuevo con la apertura permanente de la frontera para el millón y medio de palestinos que vive en la franja. Aún no pueden ni salir por el norte, a Israel, ni al este, a Cisjordania, ni al oeste, al Mediterráneo. La culpa es del bloqueo impuesto por el Gobierno de Tel Aviv, en represalia por el triunfo de Hamás en las elecciones.
Un autobús palestino cruza la última barrera para acceder a Egipto.
Un autobús palestino cruza la última barrera para acceder a Egipto.
Ahora la junta militar que dirige la transición en Egipto ha roto con las limitaciones de estos años y ha abierto unilateralmente la frontera, permitiendo el paso franco de sus vecinos: pasan ya sin problemas las mujeres, los hombres menores de 18 años y los mayores de 40; los varones comprendidos en esta franja de edad necesitan un visado especial, que están logrando sin especiales problemas, según fuentes del Gobierno de Hamás. Es el mismo documento que necesita quien quiera entrar desde Egipto a Gaza, un trámite dependiente del nuevo gabinete cairota. Rafah abrirá todos los días salvo el viernes -jornada de descanso para los musulmanes- y los festivos.  La apertura del paso viola un acuerdoalcanzado en 2005 entre EEUU, Israel, Egipto y la Unión Europea, que otorgaba acceso al cruce a monitores comunitarios, con el fin de asegurar que los terroristas y las armas no alcanzarían la franja de Gaza, tras la retirada de ese enclave. Pero los palestinos no miran su legalidad, sino el hecho de que el Gobierno de Hosni Mubarak nunca dio el paso, y los militares sí lo han dado, la realidad de que, para su causa, soplan nuevos vientos en Egipto. Y “su causa” no es la de Hamás, es la del pueblo, porque ahora se sabe que el gobierno de El Cairo juró no abrir la frontera hasta que no se dieran los primeros pasos en un Gobierno de unidad para Palestina. Más allá de méritos políticos o irregularidades, lo más importante es que esta decisión permite el movimiento de personas que llevan dos décadas sin salir de la franja, de gente que quiere ver a su familia en otros países árabes o que simplemente ansía conocer otros paisajes y mezclarse con otras gentes. “Un sueño hecho realidad, una oportunidad que nos brindan nuestros hermanos egipcios para que nos abramos al mundo”, resume Hasam Jaber, periodista gacense que ya planea su primer viaje: “En cuanto la situación se estabilice en Libia llevaré a mi familia, porque tenemos a un tío allí al que vimos de niños y nunca más…”. Hasam tiene 46 años.
La mañana de estreno en Rafah es suave, como las dunas que rodean el control; lenta, como los trámites burocráticos que afrontan los viajeros; con un punto de nerviosismo por la novedad, los cambios, la prensa. Un policía apunta que hay más o menos la misma gente de un día normal, con una enorme diferencia: hasta hace dos días, la sala en la que se concentraban bien de mañana unas 300 personas estaba llena, con la misma gente, al caer la tarde, a las cinco, la hora de cierre. Ahora, los autobuses que cruzan de Palestina a Egipto se han llevado a un número similar de pasajeros en apenas hora y media. Y se renuevan las caras, los equipajes, las ilusiones. El cambio es significativo. También al otro lado: Abov acaba de llegar y dice que Egipto ha aligerado los trámites para el paso a Gaza. Ha tardado una hora en llegar a la franja, un trayecto que antes completaba en cinco. “Eso, si no te dejaban tirado en una esquina porque decidían cerrar o porque llegaba la hora y no te había atendido ni un funcionario o no les gustaban tus papeles”, lamenta mientras compra tabaco en la primera tienda de Rafah, el café-ultramarinos de Salamah.
Linda lleva 18 de sus 31 años sin salir de la franja de Gaza. Ahora viaja a Egipto para conocer otros mundos.
Linda lleva 18 de sus 31 años sin salir de la franja de Gaza. Ahora viaja a Egipto para conocer otros mundos.
Algunos palestinos han esperado a ver si realmente la apertura funciona, si los visados se entregan, si es real éste el “sueño” del que hablaba Hasam. Otros no han podido esperar, tan grande era el deseo de salir de esta cárcel al aire libre que es Gaza. Es el caso de Linda, 31 años, que lleva 18 sin moverse de la franja para nada. Ahora, acompañada de su familia (su hija, Sheima, la mira feliz), ha decidido aprovechar la oportunidad y escapar por unos días. “Sólo voy a Egipto como turista, sólo quiero viajar, tener nuevas experiencias y aprender de otros. Al fin ha llegado el momento de hacerlo”, dice mientras aguarda a que la megafonía anuncie su nombre. Será el momento entonces de cerrar el trámite con la policía, lograr esa especie de carné blanco plastificado que sirve de salvoconducto, montarse el el autobús y cambiar de país.
Fuad tampoco lleva un propósito claro, más que el de escapar de Gaza. Pasó cinco años en prisión como preso político y luego se encontró el bloqueo. Imposible moverse. Estaba en las calles, pero sólo en las de Gaza. Sólo desea llenarse los ojos con la realidad de una tierra diferente, una curiosidad que mueve al hombre desde que el mundo es mundo. Una banca más alante, Fathiah muestra orgullosa su pasaporte palestino, “que no es de un estado pero lo será pronto”. Esta mujer de 71 años acude a visitar a sus sobrinos -su única familia-, que viven en Memfis. Hace seis años que no los ve. Está sola y no sabía de nadie que le ayudara a lograr el permiso, limitadísimo, que hasta ahora se concedía para cruzar. También temía verse horas y horas en la frontera, con su cuerpo en declive, renqueante. Ahora afronta el viaje ilusionada. Ahora no hay límites para su cariño.
Haisa cruza camino de Sharm El Sheij para ir al médico. Va sin acompañante, por miedo a que haya problemas en la frontera.
Haisa cruza camino de Sharm El Sheij para ir al médico. Va sin acompañante, por miedo a que haya problemas en la frontera.
Haisa, manos en las rodillas, voz imponente, ya cruzó en diciembre para ir al médico en Sharm El Sheij. Tiene muchos dolores de espalda, que se le han extendido por la pierna izquierda, y en Gaza no encontró el instrumental para hacerse las pruebas que requería. Ella puede pasar, pero el primer visado le costó siete meses. “Y el dolor no cesaba”, lamenta. Va sola, pese a que necesita ayuda para caminar, porque aún teme que le pongan problemas a su marido. “Hemos pasado tanto que es mejor esperar y que venga la próxima vez”. Cuando en su primera consulta le dijeron que debía quedar ingresada unos días, se hundió. “¿Qué hacía una mujer sola sin su esposo, entre desconocidos?”, recrea intimidada. La simple compañía a un enfermo. Un nuevo derecho recuperado para los vecinos de Gaza. O la compañía a un hermano, la que Yusuf va a hacer durante una semana a Mohammed. El primero tiene 17 años y se estrena cruzando fronteras. En su vida sólo ha estado en la franja. Ahora, tras ahorrar trabajando en un supermercado, se marcha con su hermano mayor a El Cairo, donde Mohammed estudia Medicina. “Es mi hermano pequeño, le quiero enseñar todo: las pirámides, los cines, las tiendas, las librerías… Llevo en Egipto tres años y nunca ha venido a visitarme un familiar, sólo yo tenía
Haisa al lado egipcio de la frontera (Nuria Tesón)
permiso de estudios. Tendremos que celebrarlo por todo lo alto”, dice radiante, rodeado de maletas. En alguna van los dulces de la madre.
En la puerta de la sala de espera, los hermanos fuman un cigarro a medias mientras cambian divisas: shekels (los Territorios Palestinos usan la moneda de Israel) por libras egipcias. “Valen más ahora que los dólares”, dice el cambista mientras agita el fajo de billetes. Es la otra cara de la apertura: el negocio. De momento, se ha aceptado el libre tránsito de personas, pero no demercancías, que siguen estando muy limitadas. Sólo puede entrar ayuda “humanitaria” y poco más. Sin embargo, la falta de vigilancia por parte de la UE y de Israel hace prever que, en breve, comenzarán a llegar productos vetados, como materiales de construcción, gas y combustible. Algunos analistas, sin embargo, sostienen que se hará de forma muy lenta, ya que nadie quiere que se interprete que Gaza es una parte de
Egipto, un peligro que se corre si se robustecen de tal manera los lazos entre ambos territorios. “Si llega demasiada mercancía puede decirse que Gaza se abre en exceso a Egipto, eso no es bueno, porque Gaza es Palestina”, insiste el reportero Jaber.
Mientras se da el paso, el negocio seguirá, pues, en los cientos de túneles que, agujereando la tierra, conectan los últimos barrios de Rafah con los primeros de Egipto. Ahí no hay más límite que el que marca la naturaleza, las dunas, las filtraciones y los desprendimientos. Ocho trabajadores han muerto
Una niña aguarda para subir al autobús que la llevará hasta Egipto.
Una niña aguarda para subir al autobús que la llevará hasta Egipto.
en el último año tratando de buscar estas vías alternativas, ilegales, de entrada de material. Algunos tienen hasta 40 metros de profundidad, una auténtica mina. Nadie enseña los enormes, los que permiten traer desde Egipto los coches y electrodomésticos. Por los pequeños entra de todo: piedras para construcción, verdura, pescado, bombonas de gas, piezas de electrónica… “Y armas”,dice el Gobierno de Benjamin Netanyahu, convencido de que los túneles, junto a la apertura “sin control ni monitorización de la UE ni de Israel” en Rafah, permitirán la entrada de más armas en Gaza y, por consiguiente, un aumento de la actividad terrorista contra Israel. Hamás, al mando en Gaza, en plena
reconciliación con Fatah y catalogado como terrorista por Europa y EEUU, lo niega tajantemente. El viceministro de Exteriores Ghazi Hamad insiste en que “en los últimos cuatro años se ha trabajado sin vigilancia de ellos en la zona y no ha habido ni violencia ni altercado alguno. Tampoco han entrado drogas, ni armas, ni productos ilegales. Hemos cumplido con lo previsto y hemos demostrado que podemos hacerlo, por tanto no hay motivo para preocuparse“. “Hamás y Al Qaeda saldrán fortalecidos“, replica Israel.
Ibrahim y Shadi cortan la valla metálica y cruzan a Egipto para robar, incluso armas.
Ibrahim y Shadi cortan la valla metálica y cruzan a Egipto para robar, incluso armas.
Shadi e Ibrahim contradicen a Hamad y no tanto a Netanyahu, aunque sea a pequeña escala. Su negocio es robar armas en Egipto e introducirlas en Gaza. Dicen que no les va mal. No se dedican a otra cosa. Ni siquiera a ir a la escuela, que sería lo lógico teniendo en cuenta que tienen 16 y 13 años, respectivamente. Son niños beduinos que viven rondando el paso de Rafah y que no necesitan visados ni órdenes de Egipto para cruzar. “Cuando los soldados duermen, abrimos un agujero en la valla metálica y cruzamos. Allí robamos las armas y lo que podemos, bailamos, lo pasamos bien”, resume el mayor mientras fuma. Shadi ha sido detenido ya en dos ocasiones y su colega inseparable, cinco. Menores al límite. Tanto que da miedo. O que parece mentira. Pero no: los vecinos acreditan su historia. Son conocidos por buscar compradores para su mercancía.
Un niño juega con las banderas de Palestina y Egipto a hombros de su padre, junto al paso de Rafah.
Un niño juega con las banderas de Palestina y Egipto a hombros de su padre, junto al paso de Rafah.
Los comerciantes locales -los mismos que a veces les compran sus botines- no se pronuncian sobre el torbellino de novedades. Aplauden la medida de Egipto porque traerá seguro más productos, pero callan a la hora de afrontar las preguntas sobre túneles y contrabando. “Tenemos buenas noticias”, se limitan a decirle a la prensa el día de la apertura. En el otro lado, ya hacen hasta cuentas y calculan que las ventas subirán al menos un 40% en las tiendas de Al Arish, el primer pueblo egipcio tras la frontera, a menos de 30 minutos de Gaza, informa AFP. También el dinero como parte esencial en esta pelea por la libertad, en este intento (este logro) de romper los muros y respirar. “No hay vuelta de hoja. Lo que nos queda es mejor, es avanzar hacia el progreso, es aprender de la diversidad, es fortalecernos, curarnos, aprender. Cuando eso ocurra, que ya está ocurriendo, vendrá un estado palestino sin intermediarios ni supervisores, un país con libertad de movimientos, con familias que se vean y abracen, con empresas que compitan y cooperen, con transportes, con dignidad. Lo que nos queda por venir debe ser bueno, ya hemos sufrido mucho“. No lo dice un político inspirado, lo afirma Nasser, 52 años, chofer de autobús, el hombre que ha llevado a los primeros palestinos de Gaza a ver a sus vecinos egipcios. El conductor de los sueños de un pueblo.

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